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Las luces se apagaron, y comenzó la magnífica película. Hubo un momento de sobresalto, y yo no sé ni cómo ni por qué le cogí el brazo al señor que tenía a la derecha y me sentí como acogida.
Sentí una oleada de empatía, tampoco sé cómo ni por qué nos cogimos de la mano y fuimos compartiendo todas y cada una de las escenas de amor y emoción; por momentos reíamos al unísono e incluso compartimos algunas lágrimas.